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4 activistas ambientales son asesinados cada semana. Un nuevo acuerdo regional podría mejorar la situación en América Latina y el Caribe

En un pintoresco pueblo situado en las colinas colombianas, Isabel Zuleta toma la palabra frente a una multitud. La policía, vestida en uniforme militar, los respalda mientras Zuleta habla sobre el derecho al agua, las preocupaciones de la comunidad sobre nuevos diques en el río Cauca, el cual usan para la pesca y otras necesidades, y las inundaciones que ha causado la represa hidroeléctrica de Hidroituango. Muchos temen que los funcionarios del gobierno estén ignorando sus preocupaciones y solicitudes de compensación.

Aunque esta manifestación y las tantas otras que Zuleta ha organizado han sido pacíficas, su trabajo no es sin conflicto. Como líder de Movimiento Ríos Vivos, un grupo dedicado a proteger los ríos de Colombia, organiza foros públicos para que las comunidades puedan expresar sus preocupaciones en relación a represas y minas. También hace lobby con el gobierno para que éste divulgue información sobre los efectos ambientales de este tipo de proyecto y organiza protestas pacíficas. Por su trabajo en defensa de las comunidades y el medio ambiente, Zuleta ha recibido numerosas amenazas de muerte. Otros miembros de Movimiento Ríos Vivos han sufrido difamación, hostigamiento y vigilancia. Hace solo unos años, dos activistas del grupo fueron asesinados.

La violencia contra los defensores del medio ambiente es prevalente no solo en Colombia, que se encuentra entre los tres países con mayor número de asesinatos de defensores, sino en todo el mundo. En 2017, casi cuatro defensores ambientales fueron asesinados por semana en su empeño por proteger sus tierras, su fauna y sus recursos naturales. América Latina es la región más peligrosa—más del 60 por ciento de asesinatos de defensores en 2016 ocurrieron en sus pueblos remotos o en las profundidades de sus bosques tropicales—mientras que las amenazas contra defensores ambientales están creciendo en el Caribe también.

Negociaciando un acuerdo jurídicamente vinculante para mejorar la democracia ambiental y proteger a los defensores

A medida que un creciente número de organizaciones luchan para elevar el perfil de los defensores ambientales y demandar que los gobiernos tomen medidas para reducir la violencia en su contra, gobiernos y grupos de la sociedad civil de América Latina y el Caribe están negociando el Acuerdo Regional sobre Acceso a la Información, Participación Pública y Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales, también conocido como LAC P10. Si se adopta como un acuerdo jurídicamente vinculante, requerirá que los gobiernos establezcan nuevas normas para alcanzar el Principio 10, conocido como el principio de democracia ambiental de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Estas normas aumentarían el acceso de las personas a la información ambiental (como datos de contaminación del agua o concesiones mineras), mejorarían su capacidad para participar en la toma de decisiones ambientales y les ayudarían a exigir que compañías y otros intereses rindan cuentas por acciones que perjudican a comunidades y el medioambiente.

El LAC P10 también incluye requisitos que los gobiernos protejan a las personas que buscan participar en los procesos de toma de decisiones sobre infraestructura, reduciendo así los riesgos que enfrentan los defensores ambientales. Estas estipulaciones innovadoras incluyen:

  • Garantizar un entorno seguro para las personas y organizaciones que promueven y defienden los derechos humanos en asuntos ambientales, para que estén libres de amenazas, restricciones e inseguridad;
  • Tomar medidas para reconocer, proteger y promover todos los derechos de los defensores ambientales; e
  • Implementar medidas para prevenir, investigar y sancionar ataques, amenazas o intimidaciones contra defensores ambientales.

Desde que Chile inició las negociaciones del LAC P10 hace más de seis años, más de 20 países se han sumado al proceso. Del 28 de febrero hasta el 4 de marzo de 2018, estos países se reunirán una vez más en Costa Rica para finalizar los términos y decidir de una vez por todas si el acuerdo será legalmente vinculante.

El actual borrador propone que al menos ocho países deberán ratificar el acuerdo para que éste entre en vigor. Será fundamental que los gobiernos que previamente indicaron interés en un acuerdo vinculante firmen el tratado lo antes posible para incentivar a las otras naciones. Organizaciones de la sociedad civil de toda la región están solicitando a líderes regionales, incluyendo Brasil y Argentina, para que apoyen el acuerdo. Si las negociaciones son insuficientes, el LAC P10 no será jurídicamente vinculante, convirtiéndose en poco más de una guía voluntaria que los países podrán implementar—o no.

El acuerdo es especialmente importante en Brasil, Guatemala, México, Honduras, Perú y Colombia, que han sido algunos de los países más peligrosos para los defensores del medio ambiente y la tierra en los últimos años.

Que una persona más muera por proteger el medio ambiente es demasiado. Es hora de que los países den un paso adelante en la defensa de los defensores.

4 Environmental Activists Are Murdered Every Week. A New Agreement Could Help in Latin America and the Caribbean

In a colorful town nestled between Colombia’s rolling hills, Isabel Zuleta speaks to a crowd of 100 people. The police stand behind them dressed in army fatigue, listening to Zuleta talk about the community’s right to water, their concerns about damming the Cauca river they rely on for fishing and other needs, and the floods they’re grappling with from the hydroelectric Hidroituango dam. Many fear that government officials are ignoring their concerns and requests for compensation.

Although this rally and many other demonstrations Zuleta has held have ended peacefully, her work is not without conflict. As leader of Movimiento Rios Vivos, a group dedicated to protecting Colombia’s rivers, she regularly holds public forums to voice communities’ concerns about dams and mines, lobbies the government to release information about projects’ effects on rivers, and leads non-violent protests. She’s received numerous death threats in response to her advocacy. Other Movimiento Rios Vivos members have faced smear campaigns, harassment and surveillance. Two activists in the group were murdered a few years ago.

Violence against environmental defenders runs rampant not only in Colombia, which is among the three countries with the highest number of defender killings, but around the world. In 2017, almost four environmental defenders were killed each week for protecting their land, wildlife and natural resources. Latin America is the most dangerous region, with more than 60 percent of defender deaths in 2016 occurring in its remote villages or deep within its rainforests. Threats against defenders are also on the rise across the Caribbean.

LAC P10: A Legally Binding Agreement to Improve Environmental Democracy and Protect Defenders

But an agreement being negotiated this week could help.

From February 28, 2018 to March 4, 2018 in Costa Rica, countries and civil society groups are negotiating the Regional Agreement on Access to Information, Public Participation and Access to Justice in Environmental Matters in Latin America and the Caribbean, also known as LAC P10. If adopted as a legally binding agreement, it would require governments to set new standards to achieve Principle 10, known as the environmental democracy principle of the Rio Declaration on Environment and Development. These legally binding provisions would improve people’s access to environmental information (such as water pollution data or mining concessions details), strengthen their ability to participate in environmental decision-making, and help them hold powerful interests to account for harming communities and the environment.

LAC P10 also includes requirements for governments to protect people seeking to participate in decision-making processes about infrastructure, thereby reducing the risks environmental defenders face. These new ground-breaking provisions include:

  • Guaranteeing a safe environment for people and organizations promoting and defending human rights in environmental matters, so they’re free from threats, restrictions and insecurity;
  • Taking steps to recognize, protect and promote all the rights of environmental defenders; and
  • Implementing measures to prevent, investigate and punish attacks, threats or intimidations against environmental defenders.

Since Chile initiated the LAC P10 negotiations more than six years ago, more than 20 countries have joined the process. This week, they’ll finalize the terms and decide once and for all if the agreement will be legally binding.

The current draft text proposes that at least eight countries must ratify the agreement to bring it into force. It will be critical that governments, which have previously indicated interest in a legally binding agreement, sign the treaty as soon as possible to encourage other nations to endorse it. Civil society organizations across Latin America and the Caribbean are petitioning regional leaders, including those in Brazil and Argentina, to support the agreement. If the negotiations fall short, LAC P10 would not be legally binding, becoming little more than voluntary guidance that countries may or may not implement.

The agreement is especially important for Brazil, Guatemala, Mexico, Honduras, Peru and Colombia, which have been some of the most dangerous places for environmental and land defenders in recent years.

One more person dying to protect the environment is too much. It’s time for countries to take a step forward in defending the defenders.